En CMY MULTIMEDIA, empresa española desarrolladora de videojuegos para niños, llevamos muchos años llamando la atención a diferentes instituciones para que activen los mecanismos y las alertas oportunas ante los, cada vez más habituales, brotes de violencia entre los más pequeños.
Hay demasiados estudios realizados por expertos que apuntan a una u otra dirección sin aclararnos mucho acerca de la influencia de la violencia consumida a través de los videojuegos en el tema que nos ocupa... pero los datos objetivos están ahí:
Un reciente estudio realizado por investigadores de la Facultad de Salud Pública de Harvard, en Boston, nos revela que en el 98% de los juegos recomendados para niños de 13 años aparecen contenidos violentos, sangre en el 42%, temas sexuales en el 27%, palabrotas en el 27%, bromas insultantes en el 7% y drogas en el 15%.También se observó que en el 90% de estas historias el jugador era recompensado por herir a los personajes y en el 69% el objetivo era matarlos.
Los autores de este estudio hacen alusión a la necesidad de una mayor transparencia en el sistema de clasificación de los contenidos, sugiriendo que las personas que elaboran los códigos deberían jugar con estos videojuegos como parte del proceso para ofrecer un mensaje fiable.
Hasta ahora no hay ningún tipo de legislación que regule los contenidos incluidos en los videojuegos dirigidos a menores, sí existe un código para que las empresa desarrolladoras se autorregulen e informen de ciertos contenidos violentos en sus productos. Pero esto NO es suficiente: un niño de 12 años tiene libre acceso a la compra de juegos en los que el primer objetivo es matar, torturar, o violar.
Los videojuegos representan una industria multimillonaria y la mayor fuente de entretenimiento para los niños, por lo que es necesario que los fabricantes sean capaces de ofrecer a los padres juegos que incluyan aspectos positivos y educativos.
Pero no toda la responsabilidad debe recaer en los fabricantes, los padres tenemos que saber qué productos consumen nuestros hijos, tenemos que jugar con ellos, conocer qué se esconde detrás de ciertos títulos números uno en ventas y ver con nuestros propios ojos a qué están jugando durante horas delante del ordenador... veremos argumentos como este: “Un condenado a muerte es “indultado” a cambio de un precio que seguro no nos costará pagar, asesinar bajo sus órdenes mientras todo es grabado en vídeo para una película snuff. Sangriento, violento y de muy escaso buen gusto... aceptaremos el reto.
Un argumento muy subido de todo al que acompaña un estilo de juego también muy violento, que se basa en practicar las diferentes formas de matar (usando diferentes utensilios letales)”.Los videojuegos hablan un lenguaje compuesto por el tableteo de las ametralladoras, la música pavorosa, los gritos de agonía y las órdenes categóricas: Finish him! (¡Remátalo!), Beat'em up! (¡Golpéalos!), Shoot'em up! (¡Dispárales!).
Y no es como en el cine, que observamos la acción en tercera persona, lo realmente preocupante del videojuego, es que el niño juega en primera persona, es él el que debe empuñar una escopeta y “volarle los sesos” al enemigo...Sólo nos queda seguir trabajando para seguir ofreciendo a los más pequeños alternativas al videojuego tradicional, juegos fundamentados en el respeto a los demás, en la igualdad sexual y racial, y por encima de todo en la NO VIOLENCIA.
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